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Agricultura: nuestro sistema de alimentación global y su impacto en el planeta

Writer's picture: Rodrigo Vargas LomelíRodrigo Vargas Lomelí

Para el año 2020, 16 millones de kilómetros cuadrado, una superficie similar a la del continente de Sudamérica, eran tierras de cultivos y 34 millones de kilómetros cuadrados, un área similar al continente africano, eran pasturas o pastizales para animales de pastoreo. En conjunto, las tierras de cultivo y las tierras de pastoreo representan un 37% de la superficie terrestre, un área equivalente a los continentes de Asia y Europa combinados.

 

En comparación, tan solo el 31% del planeta está cubierta por bosques, el 19% por desiertos y tierra árida, y el 6% por humedales. No hay ecosistema natural alguno que cubra la misma extensión territorial que la agricultura humana. Esto ha ocasionado cambios de uso de suelo y desaparición de biomas, especies vegetales y especies animales como ninguna otra actividad humana.

 

La agricultura también es responsable de cerca del 85% del consumo de agua global, eso implica que el recuso es extraído de distintas fuentes naturales para nunca regresar a la misma cuenca hídrica y, por lo tanto, deja de estar a disposición del ecosistema original donde era esencial para el sostenimiento y desarrollo de especies vegetales y animales.

 

Si además del consumo de agua también consideramos la contaminación de cuerpos hídricos superficiales y subterráneos, habría pocos ecosistemas naturales en el planeta que no hayan sentido los impactos de este sector. Por ejemplo, los fertilizantes al llegar a cuerpos de agua ocasionan un efecto de eutrofización. Esto significa que el exceso de nutrientes ocasiona un desbalance en las cadenas tróficas (cadenas alimentarias) de los ecosistemas, exacerbando el crecimiento demográfico de las especies al inicio de ellas, especies autótrofas principalmente, y reduciendo la población de las especies al final de las mismas.

 

Pasemos a nuestro tercer y último indicador: emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que son el inicio de la cadena de causa y efecto hasta llegar a la categoría de impacto de cambio climático, una de las 9 fronteras planetarias (tema del que estaremos hablando más adelante).

 

Las prácticas agriculturales y sus usos de suelo asociados emiten directamente alrededor del 22% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Este porcentaje tan solo incluye actividades de alimentación, agricultura y uso de suelo. Si consideráramos el sistema agroalimentario completo, incluyendo transporte, empaquetado, refrigeración, consumo y desechos, el sector podría llegar a representar hasta un 34% de la huella de carbono global.

 

Es indiscutible que el sector agroindustrial es un pilar de la sociedad que hemos construido y que seguiremos dependiendo de él. El objetivo de este artículo y del trabajo que estaré desarrollando a partir de ahora, no es el estigmatizarlo sino todo lo contrario, presentar sus efectos con transparencia y objetividad, celebrar sus logros y mejorar sus áreas de oportunidad.

 

Para cerrar, daré respuesta a la pregunta que dejé pendiente en el primer párrafo de este artículo. Elijo el sector agroindustrial por los impactos ambientales, sociales y económicos que genera a nivel global para nuestra sociedad y con el objetivo de mejorar sus prácticas y la relación que ha tenido con el ecosistema natural para, no solo reducir sus impactos negativos, sino regenerar el planeta que ocupamos.

 

La agricultura marcó un gran cambio en el desarrollo de la humanidad hace milenios y puede volver a hacerlo. Mejoremos la manera en que producimos y consumimos nuestros alimentos.

 

Rodrigo Vargas Lomelí

M.Sc. in Management and Engineering of Environment and Sustainable Energy

 

 
 
 

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